Fuerzas en Movimiento

Pasos Audaces en esta semana

“Por años les tuviste paciencia; con tu Espíritu los amonestaste por medio de tus profetas, pero ellos no quisieron escuchar. Por eso los dejaste caer en manos de los pueblos de esa tierra. Sin embargo, es tal tu compasión que no los destruiste ni abandonaste, porque eres Dios misericordioso y compasivo. ” (Nehemías 9:30–31)

En el siglo XVII, el reconocido matemático y físico, Sir Isaac Newton, hizo importantes contribuciones científicas en los campos del cálculo y los efectos ópticos de la luz. Pero su trabajo más significativo tuvo que ver con su estudio de las fuerzas, que se plasmaron eventualmente en su ley de gravedad universal y sus tres leyes de movimiento. Su primera ley del movimiento nos ayuda a comprender por qué, cuando se patea un balón de fútbol, por ejemplo, éste se dirige en una dirección específica dependiendo la fuerza que lo impulsa. Es decir, Newton sabía que un balón de fútbol sobre el césped permanecerá sin movimiento a menos que una fuerza, como la patada de un jugador, lo haga moverse.

Puede que pasen desapercibidas, pero las leyes de Newton actúan en nuestras vidas todos los días. Como ese balón de fútbol, nuestras vidas no se mueven en una dirección particular a menos que hagamos algo diferente para cambiar de rumbo. Si no se aplica la fuerza correcta podemos terminar en el lugar equivocado. Puede que tengamos buenas intenciones mientras estamos en movimiento, pero las leyes del movimiento no consisten en simples intenciones. Requieren fuerza.

Lo mismo puede suceder en nuestra vida espiritual. En nuestro diario caminar, lo primero que debemos hacer es poner nuestra fe en Cristo sin importar lo difícil y desafiante que esto pueda ser. Muchos creyentes cometen el error de creer que, si cambian su apariencia exterior, su entorno o sus acciones, crecerán en su fe. Si bien eso pudiera ser útil y práctico, el cambio de trayectoria duradero ocurre en nuestro corazón. ¡Eso es lo que cuenta! Lo bueno es que esa transformación personal es posible solo con la ayuda del Espíritu Santo, la "fuerza" que empuja y cambia nuestra trayectoria desde adentro hacia afuera.

Tras la restauración de la ciudad de Jerusalén, Nehemías 9 nos cuenta que el pueblo de Dios buscó al Señor en oración, ayuno y confesión, oyendo la Palabra durante siete días seguidos. Durante ese tiempo, Nehemías le recuerda continuamente al pueblo de Israel que, separados de Dios, no pueden hacer cosa alguna. Tristemente, nosotros tampoco. Al igual que el pueblo de Israel, cada uno de nosotros tiene la opción de continuar esforzándose con su propio poder o volver nuestros ojos a Dios y buscar Su ayuda a través del Espíritu Santo.

¿Anhelas verdaderamente profundizar en tu fe? ¿Deseas de verdad llegar a parecerte más a Jesucristo? Tal vez sea hora de salir de tu “estado de reposo” y permitir que el Espíritu Santo te convenza, guíe, llene, forme, revele y te enseñe, mientras buscas a Dios a través de Su Palabra.

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