Confía en el tiempo de Dios

Pasos Audaces en esta semana

“Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.”
(Gálatas 4:4–5).

Dee y yo hemos entrado en una nueva etapa de la vida. Después de años dedicados a criar a nuestros tres hijos y de vivir en medio del hermoso caos de la vida familiar, ahora nos encontramos oficialmente en la temporada de ser padres sin hijos en casa. La casa se siente más callada en estos días, pero en la bondad de Dios hemos recibido también la alegría incomparable de ser abuelos. Es una transición agridulce: dejar atrás una etapa para abrazar otra. La vida sigue avanzando, nos sintamos listos o no. Sin embargo, he aprendido que, así como Dios marca las estaciones en la naturaleza, también establece estaciones en nuestra vida. Y en cada una de ellas, Él obra con propósito, siempre trayendo algo bueno.

Gálatas 4:4 dice: “Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo”. Siempre me ha impactado este versículo porque me recuerda que el tiempo de Dios nunca es una casualidad, sino el tiempo perfecto. Él esperó hasta que el mundo estuviera preparado de una manera extraordinaria para recibir a su Hijo. Los hebreos ya tenían la Ley y aguardaban con expectativa al Mesías prometido. Los griegos habían legado un idioma común que unificaba a los pueblos. Los romanos habían construido caminos que facilitaron como nunca los viajes y la comunicación. Todo se alineó en el momento preciso.

En griego, la palabra kairos significa la oportunidad perfecta, el momento en que todo se alinea y una puerta se abre. Dios eligió ese momento preciso de la historia para enviar a su Hijo, y así continúa obrando también en nuestras vidas hoy. Cuando confiamos en Él, aprendemos a reconocer que las etapas que atravesamos no son casualidades, sino invitaciones divinas.

Pon atención a este detalle en el texto: el apóstol Pablo no dice simplemente que Jesús nació, sino que fue enviado. El Verbo eterno, que estaba con Dios y era Dios, entró en el tiempo preciso y se hizo hombre. Eso no es solo una verdad teológica, es la expresión de un amor profundamente personal. Esto significa que Dios no permaneció distante, sino que se acercó a ti y a mí. Concebido por el Espíritu y nacido de una virgen, Jesús vino con una misión divina. Ese amor, unido a ese tiempo perfecto, me recuerda que, cualquiera que sea la etapa en la que me encuentre, sea tranquila o agitada, triste o llena de gozo, Él la conoce, Él está presente en ella y obra a través de ella. No siempre comprendo su tiempo, pero he aprendido a confiar. Porque cuando llega el momento señalado, Dios nunca deja de obrar.

Oración:
Amado Dios, gracias por enviar a tu Hijo, no por casualidad, sino en la plenitud de los tiempos. Gracias porque eres un Dios de tiempos perfectos, y porque, aun cuando no podemos ver ni entender lo que haces, podemos confiar en que siempre estás obrando para bien. Enséñanos a descansar en esa verdad hoy. En cualquier etapa o circunstancia en la que nos encontremos, recuérdanos que estás presente y tienes un propósito para nuestras vidas. Abre nuestros ojos para ver las oportunidades que pones delante de nosotros y danos valentía para caminar en ellas. Confiamos en ti, Señor. En el nombre de Jesús, amén.

Para más Pasos Audaces, visita este enlace. 

Información sobre el ministerio de Mark

Es difícil creer que ya hayan pasado 30 años desde que mi padre, Robert Jobe, partió a la presencia del Señor, a la edad de 60 años. Hace poco, mientras Dee y yo visitábamos a mi madre en España, nos detuvimos en su tumba, a las afueras de Burgos, la ciudad donde él entregó dos décadas de su vida amando a la gente y compartiendo el evangelio.

Estoy inmensamente agradecido por el legado que mi padre nos dejó a mí y a mis hermanos. Nos enseñó a amar el bien, a servir con humildad y a vivir con valentía y compasión. Mi anhelo es poder reflejar, aunque sea en parte, la vida que él vivió, y transmitirles a mis hijos ese mismo amor por Dios y por las personas. Hoy recuerdo a Robert con un corazón agradecido.

¡Dona Ahora!