Corre con propósito

Pasos Audaces en esta semana

“Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.” (Filipenses 3:10–11).

Recuerdo estar en España durante la Eurocopa de fútbol, las calles estaban llenas de personas contentas, bailando, gritando y subiéndose a los postes. Me uní a ellos, dejándome llevar por el momento, pero entonces reaccioné y pensé: ¿Qué estábamos celebrando? No sabía quién había marcado el gol, qué partido se había ganado ni siquiera de qué se trataba el torneo. Estaba totalmente entregado, pero sin tener la más mínima idea de lo que estábamos celebrando. Ese momento me impactó espiritualmente por lo fácil que es dejarse llevar por los ritmos de nuestra fe, como la iglesia, el ministerio e incluso los hábitos espirituales, sin tener una idea clara de por qué lo hacemos todo. Al igual que el apóstol Pablo en Filipenses 3, necesitamos un objetivo claro: conocer a Cristo y ser conformes a Él.

Pablo no buscaba popularidad, posición ni éxito. Buscaba a una persona. En Filipenses 3:10, escribe: A fin de conocerle, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte. Su meta no era el desempeño ni una rutina religiosa. Anhelaba conocer la persona de Jesús, lo que significaba compartir el poder de su resurrección, sus sufrimientos e incluso estar dispuesto a seguirlo cuando le dolía. Para Pablo, no era una fe pasiva, sino una búsqueda activa. Muchos dirían que conocen a Jesús, pero Pablo buscaba algo más profundo. Sabía que la vida cristiana no se trataba de la perfección personal, sino de una búsqueda incansable de Jesús.

Quizás hoy estés corriendo con todas tus fuerzas, pero no estás del todo seguro de hacia dónde te diriges. Te has entregado al ministerio, te has mantenido ocupado con cosas buenas y has construido una vida plena, pero en el fondo, te preguntas hacia dónde se dirige todo esto. Es como un corredor de maratón que entrena durante meses, solo para darse cuenta en algún punto del camino de que ha estado corriendo al lugar equivocado. La fuerza por sí sola no basta en esta vida; todos necesitamos dirección.

Amigo, el propósito de Dios para tu vida es mucho mayor que la comodidad o el éxito. Es conocerlo verdaderamente y ser transformado por tu relación con Él, no solo por la actividad espiritual. Es una búsqueda de toda la vida que da sentido a cada etapa, cada lucha y cada paso del camino.

Oración:
Amado Dios, no me dejes correr sin rumbo. Dame claridad no solo en lo que hago, sino también en por qué lo hago. Ayúdame a buscarte cada día de mi vida y a conocerte mejor. Quiero compartir tu poder de resurrección, caminar contigo en el sufrimiento y ser más conforme a tu semejanza. Guárdame de las rutinas vacías y de la fe superficial. Despierta en mí un profundo deseo de buscarte con todo mi ser. En el nombre de Jesús, amén.

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Información sobre el ministerio de Mark

Cuando tenía diecisiete años, trabajaba de lavaplatos en un tranquilo pueblo costero del sur de Francia. Todo cambió en una simple banca, junto al río, cerca del restaurante. Estaba atrapado en una niebla de incertidumbre donde el ministerio era vago y tenía muchas preguntas que no sabía cómo expresar. Pero cada mañana me encontraba con Dios a través del libro llamado The Knowledge of the Holy de A. W. Tozer. Así que algo comenzó a perturbar mi corazón, y ese verano dejé de preguntarme: "¿Qué debo hacer?" y comencé a preguntarme: "¿Quién es Dios y en quién me está llamando a convertirme?"

Hoy, más de cuarenta años después, puedo ver con claridad cómo esa época de confusión se transformó en revelación. El silencio dio paso al susurro de Dios. Así que, si tú también estás en medio de la niebla, no te desanimes. Dios suele hacer algunas de sus obras en los momentos tranquilos y en los lugares más comunes.

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